30/5/22

Día de la Revolución de Mayo

 25 DE MAYO


25 de Mayo: el inicio de un largo camino

En mayo de 1810, luego de conocida la noticia de la caída de la Junta Central de Sevilla, el pueblo de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, exigió la convocatoria a un Cabildo Abierto, para decidir los destinos de nuestro territorio ante la ausencia de un gobierno en la Metrópoli. El virrey Cisneros no tuvo más remedio que ceder ante esta presión y, luego del mismo, quedó conformada la Primera Junta de gobierno patrio.

¿Qué fue esta Primera Junta? El primer intento de formar un proyecto político alternativo al que imponía la Metrópoli (a pesar de jurar lealtad al rey preso, Fernando VII). ¿Por qué la llamamos Revolución? Porque justamente se cambió una forma de gobierno que regía sobre este territorio hacía tres siglos por una completamente nueva, donde España no tuvo ninguna incidencia en la misma.

Sin embargo, decimos que fue el inicio de un largo camino porque, a pesar de lo que sostiene un sector amplio de la historiografía, ahí no nació la Argentina, sino el primer proyecto para pensar un país independiente. De hecho, nuestros revolucionarios tuvieron muchas discusiones sobre cómo llevarlo a cabo. Es decir, no estaba del todo claro cómo encarar el futuro cercano.

Además, no debemos caer en la falsa ilusión de un 25 de mayo con paraguas y cintas celestes y blancas. La revolución no fue tan pacífica como aparentó y muchas veces se impuso con violencia ante sus opositores. Como toda ruptura, ella trajo aparejada temores, desgarros y dolor.

Como cada año, desde 1813 (fecha en que la Asamblea instituye el 25 de mayo como fiesta patria) festejamos un cumpleaños en el que todos imprimimos en esos ideales de 1810 nuestros nuevos ideales de 2005.

Es indudable que para asumir el rol protagónico que nos corresponde en la historia actual de nuestro país, todos, sin excepción, necesitamos el valor de Saavedra, la cultura de Moreno, la decisión de Paso, la inspiración de Belgrano, el entusiasmo de Castelli, la caridad de Alberti, la vocación de Azcuénaga y el desprendimiento de Matheu y Larrea.

Es nuestro deber, entonces, recoger la herencia de estos grandes patriotas.