25 DE MAYO
25 de Mayo: el inicio de un largo camino
En
mayo de 1810, luego de conocida la noticia de la caída de la Junta Central de
Sevilla, el pueblo de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata,
exigió la convocatoria a un Cabildo Abierto, para decidir los destinos de
nuestro territorio ante la ausencia de un gobierno en la Metrópoli. El virrey
Cisneros no tuvo más remedio que ceder ante esta presión y, luego del mismo,
quedó conformada la Primera Junta de gobierno patrio.
¿Qué
fue esta Primera Junta? El primer intento de formar un proyecto político
alternativo al que imponía la Metrópoli (a pesar de jurar lealtad al rey preso,
Fernando VII). ¿Por qué la llamamos Revolución? Porque justamente se cambió una
forma de gobierno que regía sobre este territorio hacía tres siglos por una
completamente nueva, donde España no tuvo ninguna incidencia en la misma.
Sin
embargo, decimos que fue el inicio de un largo camino porque, a pesar de lo que
sostiene un sector amplio de la historiografía, ahí no nació la Argentina, sino
el primer proyecto para pensar un país independiente. De hecho, nuestros
revolucionarios tuvieron muchas discusiones sobre cómo llevarlo a cabo. Es
decir, no estaba del todo claro cómo encarar el futuro cercano.
Además,
no debemos caer en la falsa ilusión de un 25 de mayo con paraguas y cintas
celestes y blancas. La revolución no fue tan pacífica como aparentó y muchas
veces se impuso con violencia ante sus opositores. Como toda ruptura, ella
trajo aparejada temores, desgarros y dolor.
Como
cada año, desde 1813 (fecha en que la Asamblea instituye el 25 de mayo como
fiesta patria) festejamos un cumpleaños en el que todos imprimimos en esos
ideales de 1810 nuestros nuevos ideales de 2005.
Es
indudable que para asumir el rol protagónico que nos corresponde en la historia
actual de nuestro país, todos, sin excepción, necesitamos el valor de Saavedra,
la cultura de Moreno, la decisión de Paso, la inspiración de Belgrano, el
entusiasmo de Castelli, la caridad de Alberti, la vocación de Azcuénaga y el
desprendimiento de Matheu y Larrea.
Es nuestro deber, entonces, recoger la herencia de estos grandes patriotas.