23/8/23

Paso a la Inmortalidad del General José de San Martín

En tiempos en los que la realidad política, económica y cultural nos lleva a cuestionar nuestro propio sistema de creencias y valores, no debemos tomar a la ligera la oportunidad de repensar a quienes fueron los referentes al momento de constituir nuestra nación y al momento de pensar un proyecto para la construcción de lo que hoy entendemos como nuestra identidad.

Puntualmente, en esta oportunidad nos reunimos para recordar a José Francisco de San Martín, el Libertador, el día del aniversario de su muerte.

Si bien estamos acostumbrados a su nombre y todos y todas tenemos algunas nociones sobre su vida, la distancia en el tiempo pareciera también distanciarnos de la persona y del humano, y lo entendemos casi como un mito.

No debemos olvidar que San Martín fue un ser humano de la misma forma que nosotros y nosotras lo somos, con deseos y debilidades. Es importante que intentemos desarticular el mito teniendo muy en cuenta esto para así entender verdaderamente la riqueza de su vida. San Martín llevó adelante hazañas que todos y todas somos potencialmente capaces de llevar adelante. Por eso, siempre tomando en cuenta sus defectos, podemos tomarlo también como ejemplo y referente.

San Martín se distinguió como militar en el ejército español luchando contra Francia, pero estando ya interesado en las luchas independentistas que estaban llevando adelante en América Francisco de Miranda y Simón Bolívar. Luego de destacarse en el Ejército Español y de convertirse en oficial de alto rango, comenzó a cuestionar su identidad como español, ya que el 25 de mayo de 1810 en el Río de la Plata comenzó el proceso independentista que finalmente llevaría a la constitución de nuestro país. Por esto, solicitó que le fuera dada una licencia para viajar a Londres y desde allí a Buenos Aires, ya que siendo americano y militar en el momento en el que había focos rebeldes en América le hubiera sido imposible pedir permiso para viajar directamente desde España.

Al llegar a Buenos Aires desde Londres, el gobierno de la revolución le aceptó el rango de teniente coronel, y pocos días después fundó el Regimiento de Granaderos a Caballo, quienes aún al día de hoy siguen siendo el cuerpo de élite del Ejército Argentino.

Poco tiempo después, San Martín formó parte de la conspiración que tuvo como objetivo la destitución del Primer Triunvirato y la formación de un nuevo gobierno, ya que no se mostraban tan dispuestos a independizarse de España como los líderes revolucionarios esperaban.

A pesar de todo esto, desde el gobierno de Buenos Aires aun dudaban de su lealtad, puesto que poco tiempo antes había formado parte del Ejército Español.

El 3 de febrero de 1813, y tomando en cuenta lo mencionado, San Martín enfrentó el desembarco de 300 soldados españoles con algunos de sus granaderos sin esperar refuerzos, casi perdiendo la vida en la que hoy conocemos como el Combate de San Lorenzo.

Luego de todo esto, y reemplazando a Belgrano, fue nombrado jefe del Ejército del Norte, cuerpo al que fortaleció y mejoró, dejando la defensa de esa región en manos de Martín Miguel de Güemes y encarando tiempo después con el Ejército de los Andes la epopeya que hoy conocemos como El Cruce de los Andes con el fin de liberar también de España a los que hoy conocemos como Chile y Perú, ya que su plan fue la liberación de todo el continente. Por este motivo es que también es un prócer para la tradición de estos países y tuvo varios cargos de gobierno que tomó como transitorios en ellos.

Al haber desobedecido al gobierno central de Buenos Aires, que no apoyaba al Ejército de los Andes y a la liberación continental, fue acusado de traidor. Por este motivo y por el creciente conflicto entre unitarios y federales, decidió irse del país. Si bien participó en numerosas batallas, todas fueron contra amenazas extranjeras que buscaban someter los focos de rebelión en América, pero al ver que se acercaba una guerra entre compatriotas que poseían posiciones políticas que entendía como irreconciliables, eligió retirarse y no tomó partido en la guerra civil aún cuando tiempo después le ofrecieron ser gobernador de Buenos Aires, ya que en esa posición posiblemente tuviera que reprimir a sus conciudadanos.

Varios años después, sin haberse enriquecido a costa de sus compatriotas, moriría en Francia a los 72 años.

Aún siendo esto un resumen de su vida y dejando de lado muchos aspectos, puede darnos la impresión de haber vivido muchas vidas. Sin embargo, fue un hombre de su época sumergido en la experiencia de su tiempo de la misma forma que nosotros somos personas de nuestra época.

Resulta fácil cuestionar en nuestra sociedad actual los valores y los logros de las generaciones que nos precedieron. Sobre todo en una época en la que algunas personas ponen en cuestionamiento los derechos logrados para algunas minorías que no son tales. Minorías miles y de millones. Vemos el cuestionamiento y el rechazo a lo establecido como una muestra de inteligencia, cuando solo lo son si se tiene pensamiento crítico y empatía por los desfavorecidos.

Al ver el pasado como algo concluido y cerrado, y no como una historia de la cual nosotros formamos parte, consideramos solo la validez del presente y entendemos como importante solo aquello que nos pasa individualmente. El otro y lo grupal parecieran haber cedido frente al peso de un “yo” cada vez más grande y una intolerancia cada vez mayor al distinto.

Si bien San Martín fue un hombre de su época, era consciente de la trascendencia de sus decisiones. Sabía del peso que su figura tenía a nivel político en América y dejando de lado sus intereses personales, optó por quedarse al margen de las luchas internas entre compatriotas. Sus ideales eran más fuertes que sus intereses.

En una actualidad plagada de ideologías del odio en las que al distinto se lo destruye o humilla, cuestionarnos los motivos de los referentes de nuestra cultura y de nuestra historia debería ser un espacio para ser críticos y no para negar y rechazar.

San Martín enfrentó muchas batallas, pero ninguna fue para someter a alguien desfavorecido o destruir a quien poseía principios distintos a los suyos, siempre peleó en nombre de los más desfavorecidos y de los oprimidos. Tal vez hoy nos suene casi inocente y hasta tonto decirlo con esas palabras, pero esto es precisamente porque hoy el individualismo y el egoísmo en algunos ámbitos son considerados como valores. Y esto en gran medida nos permite entender la creciente violencia del mundo en el que vivimos, tanto en la realidad física del día a día, como en la virtualidad de las redes sociales con toda su intolerancia y su agresividad.

Pensar a nuestros héroes nos permite reflexionar acerca de nuestra identidad, ya que sus acciones y sus valores representan tanto nuestra historia como nuestros proyectos de vida, tanto a nivel individual como a nivel colectivo.

Hoy conmemoramos un nuevo aniversario del que tal vez sea nuestro máximo referente histórico. Tal vez sea una buena oportunidad no solo para pensarlos a San Martín y a nuestra historia, sino para pensarnos también a nosotros mismos y para reflexionar acerca de que esperamos del futuro de nuestra comunidad.

Porque como él propio San Martín decía, la mayoría de las veces es más importante escuchar que hablar, pero sobre todo es más importante pensar primero pensar en el bienestar del grupo al que pertenecemos que en el bienestar de uno mismo como individuo.