Día del Paso a la Inmortalidad del General Martín Miguel de Güemes
Discurso
Acto 17 de junio: Martín Miguel de Güemes
Conocedor
de todos los rincones de su tierra, un hábil jinete, y valiente hasta la muerte,
con una cautivante personalidad que imponía respeto y despertaba admiración,
Martín Miguel de Güemes fue, antes que nada, un caudillo, pero un caudillo como
lo define la etimología de la palabra: cabeza promotora y pensante de sus adeptos,
que renunciaría a todo por ellos, por sus ideales, por su patria.
Su ideal mayor fue la libertad, mensaje
totalmente comprendido por su pueblo, que también anhelaba la Independencia,
palabras que simbolizan el sentir de un pueblo valeroso insobornable, que jamás
claudicaría.
En el general Martín Miguel de Güemes
encontramos al arquetipo de caudillo, padre y amigo. Porque además de ser un
soldado de agallas pudo frenar las acometidas realistas en el norte, a lo largo
de diez años de combate.
También encontramos en la personalidad
de Güemes al padre solícito, que aún renunciando a la vida familiar, que por su
condición de hacendado podía llevar, nunca dejó de lado el rol que debía
cumplir.
Amigo hasta la muerte, porque hasta el
último momento de su vida no abandonó a ninguno de sus camaradas, aunque esto
le valiera una herida, una herida de muerte.
Bien pudo ocultarse y dejar que los
realistas cargaran contra sus gauchos, pero primero estuvo la lealtad con los
suyos y es por ello que en la noche del 7 de junio de 1821 es sorprendido y
herido en el centro mismo de la provincia de Salta.
En una partida realista a la ciudad hay
un tiroteo por la noche y Güemes recibe dos tiros por la espalda.
A caballo llega a su campamento de
Chamical, casi al amanecer.
Aún sabiéndose pronto a morir no acepta
el ofrecimiento del comandante español y hace jurar a sus lugartenientes
gauchos que no dejarán de luchar hasta que la independencia esté asegurada.
Ésta es la mayor enseñanza que nos deja
Martín Miguel de Güemes: jamás claudicar, jamás dejar sobornarnos por intereses
mezquinos, dejarlo todo por la patria, hasta la muerte.
¡Qué gran ejemplo para nuestros dirigentes! ¡Tremendos valores a imitar!
Vivió con lealtad y, aún traicionado, murió con gloria.
Pero
este hombre extraordinario fue a la vez un hombre común. Un hombre al que
nunca
le importaron honores ni abolengos, que amó a su provincia y dio todo por
su
país, y al que siempre es bueno recordar.
Para
aprender. Para seguir.